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Las leyes naturales como enunciados y como entidades

En esta ocasión hablaremos de un problema filosófico que se refiere a algo que para la ciencia cumple un papel central y es una de sus nociones más características: las leyes científicas.
Hablaremos de las leyes de la naturaleza para circunscribir el planteo a un plano donde las teorías son más sólidas, o más elaboradas, pero lo mismo puede aplicarse a las leyes sociales, si es que existen.
Existe una ambigüedad, o un doble aspecto, respecto de qué se quiere decir cuando se dice "leyes", que consiste en que una ley natural puede ser entendida como un enunciado descriptivo o como una entidad responsable de la ocurrencia de fenómenos regulares.
En el segundo caso se alude al papel "rector" de las leyes respecto de ciertos hechos que ocurren siempre de cierto modo; en el segundo se alude a una descripción, a veces de esa entidad.
El análisis de esta cuestión se relaciona con el problema del realismo científico: ¿las entidades y propiedades no observables -"teóricas"- que postulan las teorías científicas (átomo, gravedad, electromagnetismo, peso atómico, etc.) tienen existencia o son meras palabras que cumplen un papel en una teoría que funciona porque "salva los fenómenos" o resulta "empíricamente adecuada"?
Quienes niegan que existen las entidades teóricas asumen una postura instrumentalista o no realista.
Para el caso de las leyes, un filósofo de la ciencia no realista podrá decir que las afirmaciones que predican algo de entidades teóricas no son verdaderas ni falsas, pues no hablan de nada, o bien que son falsas. Pero nunca entenderá que las leyes de la naturaleza son algo que causa fenómenos observables.
Los realistas, en cambio, hablarán de las leyes como entidades. Usamos la palabra "ley" por su uso difundido, pero lo mismo vale para "constantes", "principios" y otras regularidades postuladas por las actuales teorías de las ciencias naturales.
Pero ello implica que si se habla de "la equivalencia de masa y energía", por ejemplo, se pueda hacer alusión a dos cosas diferentes, una de carácter epistemológico y otra de carácter metafísico: el enunciado -corroborado o confirmado- que escribimos entre paréntesis, como parte de una teoría, o cierta característica de la realidad que hace que los eventos particulares se comporten u ocurran de un cierto modo.
Desde el punto de vista metafísico las leyes o regularidades del mundo cumplen un papel causal o productor de las regularidades que no presentan excepciones: la velocidad de la luz en cada caso particular en que presenta la misma velocidad son los fenómenos producidos por el hecho de que la velocidad de la luz es constante; cada caso de objeto que soltamos y cae al piso es producido por la ley de gravedad (entendida como entidad, estructura, relación o propiedad metafísica diferente de los casos particulares), cada caso en un sistema donde la masa es equivalente a la energía es producido por una característica del mundo que genera esa regularidad etc.
No es difícil encontrar escritos sobre la ciencia donde se alude a las leyes afirmando que son "responsables" o "causa" o "productoras" de fenómenos regulares, sus casos o instancias manifiestas y al mismo tiempo se dice que están confirmadas o que explican sus casos ejemplificadores.
Pero una ley o entidad metafísica no puede estar confirmada porque la confirmación es un término epistemológico que se refiere al estatus cognitivo de ciertos enunciados, lo mismo que la explicación, que se refiere a dar razones, no a producir o hacer que algo ocurra. Los argumentos pueden explicar, pero no las cosas.
Conversamente, si se habla de una ley o un principio o una ecuación como un enunciado descriptivo, no tiene sentido decir que produce los casos regulares, o que "se manifiesta" en sus instancias o cosas similares, pues estas expresiones sólo pueden tener sentido respecto de entidades y propiedades reales.
De manera que habrá que aclarar y pensar bien qué queremos decir porque estas dos cosas suelen confundirse con frecuencia pero de ningún modo son lo mismo.

La diferencia entre confirmacion y corroboracion

Como toda disciplina, la filosofía de la ciencia cuenta con ciertos términos técnicos cuyo significado preciso es útil establecer para evitar confusiones y para procurar comprender lo mejor que se pueda las teorías de los diferentes filósofos de la ciencia.
Dos de de estos términos, que pueden confundirse, son las nociones de corroboración y confirmación.
Lo primero que hay que decir sobre estas dos palabras es que la idea de corroboración corresponde a la teoría filosófica de la ciencia de Karl Popper (si bien, por ejemplo, Lakatos también la usa pero con un significado diferente), en tanto que la de confirmación es una noción especialmente sustentada y estudiada por los inductivistas de la corriente denominada "empirismo lógico".
Ambas nociones son evaluaciones cognitivas acerca de hipótesis de las ciencias empíricas y puede pensarse en que son calificaciones que los científicos realizan sobre las hipótesis luego de que han sido contrastadas, aunque no necesariamente es así.
Según Karl Popper, la contrastación de una hipótesis universal no consiste en deducir consecuencias observacionales de la misma, sino en intentar demostrar su falsedad, que está equivocada, esto es, en intentar establecer un enunciado de observación ("enunciado básico", en la terminología popperiana) incompatible con ella.
Para Popper, la situación de contrastación crucial es la que mejor se ajusta a su propuesta de contrastación de hipótesis fácticas, porque siempre consiste en un intento de refutación.
Sólo si se ha intentado refutar la hipótesis, y se ha fracasado, ésta queda -dice Popper- corroborada, lo cual significa que se la acepta como conocimiento empírico pero de manera provisoria.
Añade el filósofo vienés que los científicos deben comprometerse a realizar pruebas más rigurosas para intentar refutar la teoría corroborada, por ejemplo, empleando instrumentos más precisos o ideando situaciones de contrastación más severas.
La noción de corroboración en la propuesta epistemológica para las ciencias naturales de Popper, si bien admite grados, no significa de ninguna manera que los enunciados básicos apoyen o hagan probable o den "buenas razones" en favor de las hipótesis universales.
Si ese fuera el caso, el autor de "La lógica de la investigación científica" estaría aceptando una noción epistemológica que supone una relación lógica inductiva entre los diferentes enunciados.
En cambio, para alguien que acepte la lógica inductiva, la confirmación es un apoyo (también variable y siempre parcial) que ciertos enunciados de observación aceptados le prestan a una hipótesis.
Rudolf Carnap ha intentado proporcionar un criterio para medir, en diferentes situaciones, el grado de confirmación a partir del apoyo que enunciados de observación singulares aceptados tomados como premisas en un razonamiento inductivo le prestarían a la conclusión (una ley por ejemplo), o sea a partir de lo que ha denominado "probabilidad lógica" (diferente de la probabilidad estadística).

Video: el universo según la mecánica cuántica

En este interesante video documental, que nos complacemos en compartir, podemos ver la mecánica del universo desde la perspectiva cuántica.
En el documental de The California Institute of Technology, enmarcado en una clase del profesor David L. Goodstein, se menciona, de manera didáctica y con imágenes y ejemplos claros, la paradoja de que si bien nuestras ideas actuales sobre el funcionamiento del universo asimilan el mismo a un comportamiento mécánico, quienes fueron responsables de la revolución científica que impuso esta idea -los físicos- no sostienen más esta manera de ver las cosas.
Se menciona que la primera revolución en física consistió en resolver el problema de la naturaleza del sistema solar, en tanto que la segunda, más reciente, fue resultado de abordar el problema de la naturaleza del átomo.
Copérnico, Benjamín Franklin, Michael Faraday, James Maxwell, Albert Michelson, Rutherford, Lorentz, Einstein, Heisenberg, Shrödinger, entre otros grandes científicos y filósofos, recorren este interesante video documental de 27 minutos que resulta muy estimulante e invita a aprender más.
Es una pena el uso de la expresión "leyes verdaderas" respecto de las de la teoría de Newton (algo común en los físicos, poco inclinados a estudiar el significado de las palabras, que tanto emplean).
También es una cuestión muy controversial (a la que muchos filósofos de la física responden negativamente) si se pueden derivar las leyes de Newton de las leyes relativistas.
Añadamos que desde el punto de la filosofía de la física, el principio de incertidumbre, más que desafiar la idea de causa, permite -al menos según la interpretación estándar o "interpretación de Copenhague"- poner en cuestión la idea misma de realidad o de la naturaleza de las cosas reales.
Si embargo, el hecho de que conocer la posición de una partícula (o "partícula") subatómica en un cierto instante nunca permite conocer además cuál es su cantidad de movimiento (producto de su masa por la velocidad que lleva) en ese instante, debe ser entendido con la siguiente consideración: de acuerdo con la teoría cuántica actual, ya que toda teoría sobre el mundo es una hipótesis confirmada pero no verificada.
Por ello es inexacto decir que esa "es la naturaleza del mundo en que vivimos". Esperamos que disfruten de este video sobre el universo según la mecánica cuántica.

Fenomenismo, fisicalismo, objetividad y el "Aufbau" de Carnap

Uno de los representantes principales del denominado "Círculo de Viena", Rudolf Carnap, varió famosamente su perspectiva acerca de cuáles son los elementos básicos que permiten constituir el conocimiento cientifico desde una perspectiva fenomenista (o fenomenalista) hacia un enfoque fisicalista.
El cambio de postura de Carnap obedece, según las crónicas, a la influencia que sobre él, y mediante largas discusiones, ejerció la postura de Otto Neurath.

¿Qué se discutía?

Como es sabido, alrededor de fines de los años 20 del siglo XX se constituyó un núcleo de pensadores (filósofos y científicos) en la ciudad de Viena en torno del profesor Moritz Shclick, que daría lugar a lo que en 1929 se definió de manera oficial como Círculo de Viena.
No hablaremos de las ideas del grupo de pensadores, sino de las de uno en particular, Rudolf Carnap, y de su propósito inicial.
Carnap publicó un libro que se conoce como "el Aufbau", La construcción lógica del mundo (1928), que es hoy una obra de referencia para comprender en gran medida las ideas del Círculo y la evolución de su propio pensamiento.


En el Aufbau Carnap se proponía realizar una justificación de todo nuestro conocimiento -que para él y sus colegas del círculo era el conocimiento científico- a partir de un análisis de conceptos y del modo en que se relacionan entre sí, que denominó "construcción" o "reconstrucción".
La idea subyacente es que nuestro conocimiento se expresa a través de conceptos, pero si bien podemos definir algunos conceptos a través de otros, existen algunos primitivos que no puede ser reducidos. Dicho de otro modo, el conocimiento todo puede ser justificado reduciéndolo o descomponiéndolo en sus elementos básicos que son conceptos que se refieren a la experiencia inmediata, a lo dado.
Aquí hay dos elementos importantes presentes: por un lado la idea de buscar una fundamentación del conocimiento a partir de los datos, lo dado inmediatamente a la conciencia percipiente, por decirlo así; y por otro la idea de que Carnap alude a conceptos y no a términos o palabras con significado.
Con respecto al primer punto, puede ser una manifestación del componente positivista de Carnap en el sentido de su confianza en la inmediatez de la experiencia como criterio para conocer lo real, el mundo empírico. Como la expresión "positivismo" es polisémica y se presta a errores conceptuales, no diremos en esta ocasión más que lo aclarado.
En cuanto a lo otro, lo que una semántica filosófica o una filosofía del lenguaje más actual llamaría términos Carnap lo denomina conceptos, y es por algo relacionado con lo anterior.
Para el joven Rudolf Carnap autor de La construcción lógica del mundo, probablemente bajo la influencia de Mach y Avenarius (también positivistas en el sentido mencionado) el conocimiento no era considerado como algo objetivo, al estilo del "mundo 3" de Popper, sino era el conocimiento que se presentaba como fiable por su inmediatez en la conciencia.
Podría decirse que el criterio de justificación estaba en el modo de obtener un dato, por lo que, una vez existente en la conciencia, no habría posibilidad de revisión ulterior.
El fenomenismo carnapiano consistía en considerar los conceptos elementales -aquellos que permitirían luego construir los demás- como contenidos de conciencia, como vivencias siempre en la mente de una persona, y no como una expresión lingüística objetiva o intersubjetiva.
La palabra fenomenismo o fenomenalismo proviene de "fenómeno" que es "lo que aparece", lo que se manifiesta, pero siempre dentro de la conciencia individual como contenido mental.
El fenomenismo que Carnap asume es, sin embargo, de carácter gestaltico, pues, a diferencia de sus antecesores en el tema (Russell por ejemplo), consideraba que las percepciones inmediatas de conciencia -percepciones, pensamientos, sentimientos- se constituyen en la mente siempre como totalidades organizadas que denominaba vivencias.
El cambio de postura se produjo porque el enfoque fenomenista no resultaba satisfactorio para explicar la objetividad del conocimiento, esto es, cómo un concepto científico, por ejemplo, es una descripción de algo que existe en el mundo independientemente de las mentes individuales.
Neurath entendía que la experiencia sensible, base del edificio de construcción del conocimiento para los empiristas lógicos, no debía entenderse como "lo dado" inmediatamente en la conciencia, sino como aquello que puede exteriorizarse para su control intersubjetivo.
Esto es, lo que ha de servir para fundar el conocimiento todo no puede ser subjetivo sino confirmable y público, y ello es lo que puede expresarse en el lenguaje.
En tanto un medio de objetivación del conocimiento -básico o construido a partir de los elementos básicos- el lenguaje permite una salida al problema que se le presentaba al Carnap del Aufbau al querer fundar el conocimiento objetivo mediante su reconstrucción racional partiendo de elementos básicos que no son públicos.
De este modo, entonces, Carnap abandona el fenomenismo en beneficio del fisicalismo, postura según la cual la experiencia inmediata objetivada y exteriorizada en el lenguaje es el elemento atómico o más simple de constitución del conocimiento que describe el comportamiento físico de los objetos del mundo.
En consecuencia, la objetividad del conocimiento del mundo físico externo a las mentes queda garantizada por el carácter intersubjetivo del lenguaje en tanto medio que permite la confirmación -uno de los conceptos centrales de la filosofía de la ciencia- más allá de lo que pueda ocurrir en una u otra mente.

Popper, Kuhn y la carga teórica de la observación


Karl Popper

Thomas Kuhn.

Para el filósofo de la ciencia Karl Popper el problema de la justificación de nuestro conocimiento del mundo -de las teorías empíricas- se convierte en el de la justificación de los enunciados básicos.

Ello responde a que una teoría empírica, en la medida que contiene afirmaciones con forma lógica universal, no se puede verificar, y como el filósofo vienés no hallaba justificada tampoco la inducción, rechazaba cualquier criterio de confirmación.

Por esto, el centro de la atención epistemológica reside en los enunciados básicos que pueden refutar por modus tollens una teoría o un complejo y vasto sistema teórico.

Presentada como "solución al problema de la base empírica" la respuesta que ofrece Popper es que un enunciado básico debe aceptarse por convención, que es una decisión racional de científicos con capacidad de evaluar críticamente argumentos y pruebas.

En esto se ve el racionalismo de Popper pero ¿por qué la observación no es suficiente para justificar un enunciado, precisamente, observacional?

Cabe aclarar que los enunciados que Popper denomina "básicos" no son cualquier enunciado de observación, pues excluye enunciados condicionales tales como "si hay un cuervo en el zoológico de Nueva York, entonces hay un cuervo negro en tal zoológico" en beneficio de aquellos cuya forma lógica es existencial singular; enunciados de "hay esto o aquello en tal o cual lugar", según las propias palabras del filósofo.

Pero para el filósofo falsacionista nunca la observación de una pared blanca es suficiente para establecer la verdad del enunciado "esa pared es blanca". Para afirmar esto Popper establece dos vías argumentativas: la denominada tesis de la diferencia categorial entre enuciado y observación y la tesis de la carga teórica de la observación que, si bien relacionadas, son en realidad diferentes.

La tesis de la diferencia de categoría consiste en llamar la atención sobre el hecho de que un enunciado científico es una expresión linguísitica, una oración descriptiva, en tanto que la observación es una vivencia, un contenido o estado mental de una mente individual, algo de naturaleza diferente.

La observación es incontrastable y única, no puede exteriorizarse de una mente, no puede ser juzgada objetivamente, en tanto que el lenguaje es público y objetivo, en el sentido de que es contrastable intersubjetivamente. El proferente o quien escribe el enunciado puede morir y allí quedará la oración para que las demás personas puedan discutir racionalmente sobre ella.

En consecuencia, la diferente categoría de contenidos mentales y oraciones expresadas en el lenguaje natural impide que unos justifiquen otras, en la visión popperiana.

Pero hay otro argumento tanto o más importante desde el punto de vista epistemológico, que es la denominada tesis de la carga teórica de la observación, que establece que toda observación es teórica.

No sostiene Popper que la observación sea "subjetiva" en el sentido de que pudiera existir un relativismo que impidiese conocer objetivamente. Afirma otra cosa: toda observación se realiza a partir del conocimiento teórico previo del observador, de un conjunto de teorías aceptadas que determinan que el acto de observar sea necesariamente una intepretación de cierta parte de la realidad realizada a partir de ese marco teórico.

El observador no es un papel en blanco en el que se refleje de una vez toda la realidad tal como es, con sus características observables, sus conceptos y sus singificados, no es un espejo, sino que cuando, por ejemplo, observamos un auto con personas abordo, necesariamente tenemos que poseer previamente el concepto de auto y el significado del mismo y toda una teoría acerca de qué es cómo funciona, de modo que entendamos, al verlo, que es un coche que se aleja y no otra cosa.

Además, poseemos conocimiento teórico que privilegiamos y contradice lo que podríamos concluir basándonos solamente en lo observado: sabemos que el auto que percibimos a lo lejos de cierto tamaño es en realidad más grande, sabemos que esa pequeña cabeza corresponde a una persona que lo conduce: en fin, mucha teoría previa.

Podría pensarse con algunas reservas que, en cierto sentido, Thomas Kuhn extiende o generaliza esta noción de la carga teórica de la observación pero hacia un tesis semática presente en su idea de inconmensurabilidad entre paradigmas.

Kuhn mantiene algo que se ha denominado tesis de la variación radical del significado. Nótese que es una tesis semántica de la que se sacan conclusiones antagónicas a las de Popper respecto de la posibilidad de conocimiento objetivo, al enmarcarse en teorías filosóficas sobre la ciencia muy diferentes.

Afirma Kuhn que el cambio de paradigma en una ciencia madura conlleva un cambio radical del singificado tanto de términos teóricos (aquellos que designan entidades y procesos inobservables postulados por las teorías) y de los términos observacionales (que designan algo que es más o menos directamente observable). Esto es, el significado de cada término está determinado por el paradigma y el científico normal no puede sustraerse a ello.

Esta visión de Kuhn es complementada con una tesis constructivista de raigambre kantiana según la cual las categorías paradigmáticas son constitutivas -en un sentido que nunca precisó demasiado- de la realidad fenoménica científica, algo que Popper rechazaba como filósofo realista.